Rev. chil. endocrinol. diabetes 2008; 1 (2)    Volver a Índice

 

Educación de Pacientes

Cáncer de la glándula tiroides

Referencia
“Cáncer de la tiroides” (2006) de la Hormone Foundation (www. hormone.org), la filial de enseñanza pública de la Endocrine Society de Estados Unidos.

¿Qué es y qué significa tener un cáncer de la glándula tiroides?

La glándula tiroides se ubica en la parte anterior del cuello, justo debajo del cartílago prominente de la laringe conocido como “manzana de Adán”, y por delante de la tráquea. Tiene dos lóbulos unidos por un delgado istmo de tejido; el tamaño de cada lóbulo es semejante al del pulpejo del dedo pulgar de esa persona.

La tiroides produce las hormonas T4 (Tiroxina) y T3 (Triyodotironina) cuya función es regular el gasto de energía (metabolismo) de todas las células del organismo.

El cáncer de la tiroides ocurre cuando algunas células de la glándula toman un curso independiente de los mecanismos de control que el cuerpo tiene y que son respetados por las células normales. Esto deriva en que las células anormales crecen y se multiplican más rápido que las normales y empiezan a constituir un nódulo, que llega, cuando alcanza un tamaño mayor de 1 cm, a ser palpado e, incluso, apreciado visualmente. Estos nódulos pueden ser únicos o múltiples.

La mayoría de los nódulos (90% o más) son benignos, es decir, no cancerosos. Los que son cancerosos pueden propagarse a otras regiones del cuello y raramente a otras partes del cuerpo. En estos casos, disminuyen la expectativa de vida. La gran mayoría de los pacientes con cáncer de la glándula tiroides no tiene síntomas.

¿Cuáles son causas potenciales de cáncer de la tiroides y qué personas están en situación de mayor riesgo de tenerlo?

La causa puntual y directa del cáncer de la tiroides no es conocida, pero sí se sabe de los llamados factores de riesgo, es decir, aquellas condiciones que aumentan la posibilidad de tenerlo. Estos factores de riesgo son:

• Ser mujer
• Edad mayor de 40 años.
• Tener familiares consanguíneos cercanos con cáncer de la tiroides.
• Haber estado sometido a tratamientos con radiación de la cabeza, cuello o tórax, generalmente por causas ajenas al tiroides y especialmente cuando fueron hechos en la infancia. Los exámenes radiológicos de la cabeza y cuello, tales como radiografías y escáner, no constituyen factores de riesgo.

El poseer uno o varios factores de riesgo no significa que la persona obligatoriamente vaya a tener un cáncer de la tiroides. Al revés, la mayoría de las personas con cáncer de tiroides no señalan factores de riesgo.

¿Todos los cánceres de la glándula tiroides son semejantes y se comportan igual en cuanto a su actividad y pronóstico?

La respuesta es negativa ya que existen varios tipos de cáncer de tiroides y eso los hace diferir en actividad y pronóstico.

Los tipos más representativos de cánceres tiroideos son: 1) Cáncer Papilar; 2) Cáncer Folicular; 3) Cáncer Medular; 4) Cáncer Indiferenciado o Anaplástico •

• La forma Papilar es la más común (80%) y se caracteriza por crecer lentamente Aunque suele avanzar hasta los ganglios que existen a ambos lados del cuello, es muy raro que se extienda a los pulmones o a los huesos. Es casi 4 veces más frecuente de encontrarlo en mujeres que en hombres y la edad más habitual es entre los 30 a 50 años. Su pronóstico, una vez tratado, es muy bueno, especialmente si se pesquisa cuando su tamaño no excede 1 cm de diámetro (sólo un poco menos de 100% de curación en pacientes jóvenes).

• El Cáncer Folicular es el segundo tipo más común (entre 10 y 15% del total de los casos). Este tipo de cáncer raramente se propaga a los ganglios linfáticos del cuello, pero sí puede extenderse a los pulmones o a los huesos. Afecta a las mujeres 3 veces más frecuentemente que a los hombres y la edad habitual de diagnosticarlo es entre los 40 a 60 años. Si el tumor se descubre cuando es pequeño el pronóstico es bueno y es mejor cuanto más chico es el tamaño al momento del diagnóstico y si la persona es joven.

• El Cáncer Medular es mucho menos frecuente (5 a 10%). Este cáncer puede presentarse como un caso aislado, sin otros miembros de la familia afectados, como un caso con otros familiares comprometidos (forma hereditaria) y también como parte de una enfermedad en que además de la glándula tiroides el mismo paciente tiene otros tumores en otras glándulas endocrinas.

Dada la posibilidad de tener carácter hereditario se debe evaluar a los familiares directos del paciente del caso inicial con cáncer medular.

El pronóstico vital es mejor si el tumor está restringido sólo a la tiroides y disminuye progresivamente si hay compromiso de los ganglios del cuello o se ha extendido al hígado, cerebro o huesos.

• El Cáncer Anaplástico es poco común (1 a 2%), pero es el más grave. Afecta principalmente a personas mayores de 65 años; más frecuentemente a sujetos de poblaciones sometidas a déficit de yodo, como ocurrió en Chile hasta hace 20 años.

¿Cuándo se diagnostican los nódulos de la tiroides? La mayoría de los nódulos de la tiroides se descubren durante un examen médico hecho por otra razón.

Una vez detectado el nódulo tiroideo, su médico endocrinólogo deberá aclarar dos puntos:

a) Si ese nódulo tiene una actividad mayor que la normal, produciendo hormona tiroidea y, por ello, síntomas de ese exceso. Esto se averigua midiendo en la sangre las hormonas T4, T3 y TSH. Si efectivamente hay mayor producción de ellas se indica un cintigrama con yodo radioactivo para discriminar si el nódulo en cuestión es el responsable de esa mayor actividad. Si lo es, aparece captando con mucha intensidad el yodo radioactivo, lo que se traduce en una imagen neta y brillante del nódulo (se conoce como nódulo caliente).

b) Estudiar las características del o de los nódulos, en cuanto a su tamaño, número, contenido líquido o sólido y otros detalles técnicos. Esto se consigue con una ecografía tiroidea de buena calidad que permita visualizar esas características.

c) Determinar si uno o varios de esos nódulos son potencialmente malignos, es decir, cancerosos. Para ello existe un procedimiento que a través de la punción con una aguja fina, aspira parte del contenido del nódulo, sea líquido o sólido. En este material obtenido, el patólogo estudia las características de las células determinando su benignidad o malignidad. El rendimiento de este examen alcanza al 90% o más, en términos que permite aclarar el diagnóstico. En el vocabulario médico el examen se conoce como PAF.

Para un buen rendimiento diagnóstico se necesita que el procedimiento se haga controlado bajo visión ecográfica, de modo de tener seguridad de que la muestra está bien sacada y es representativa del nódulo en estudio.

¿Cómo se llega a diagnosticar un cáncer de tiroides?

Muchas veces es un hallazgo del propio paciente, del examen médico o de una ecografía del cuello pedida por otra razón. Una vez que se tiene la seguridad que hay al menos un nódulo en la tiroides debe sacarse una muestra del nódulo (biopsia) aspirando su contenido a través de una punción hecha por un especialista, controlando esta maniobra a través de la imagen del nódulo bajo la pantalla de la ecografía. Este es un procedimiento ambulatorio y se efectúa con anestesia local. El examen permite determinar la benignidad o malignidad del nódulo en más del 90% de los casos.

¿En qué consiste el tratamiento del cáncer del tiroides?

Su tratamiento puede variar según el tipo de cáncer y qué tanto se ha propagado. Los tratamientos incluyen:

• Cirugía. Se extirpa el total de la glándula tiroides y, si los hay, los ganglios linfáticos que están en la vecindad del tiroides. Después de esta cirugía se debe tomar diariamente, por vía oral y por el resto de la vida, hormona tiroidea para reemplazar en su justa cantidad la que le ha dejado de producir la glándula.

• Yodo radioactivo. Este tratamiento consiste en tomar oralmente una dosis de yodo radioactivo con el fin de destruir el tejido tiroideo que eventualmente no ha sido extirpado con la cirugía. Este tratamiento también sirve para tratar el cáncer de la tiroides que se ha propagado a los ganglios linfáticos y a otras partes del cuerpo.

• Irradiación externa. Esta es una alternativa poco frecuente de usar; se puede indicar en pacientes que no tolerarían la cirugía o tienen tumores muy avanzados. Esta irradiación se envía desde una fuente externa al cuerpo buscando eliminar las células cancerosas y reducir el tamaño del tumor.

¿Qué debe hacer con esta información?

Si usted tiene o sospecha tener un nódulo en la tiroides visite a un endocrinólogo para obtener un diagnóstico adecuado. Si ya sabe que tiene cáncer de la tiroides, su endocrinólogo lo guiará en la selección del tratamiento quirúrgico y el tratamiento y control posterior. Es importante que siga las indicaciones de su endocrinólogo y cumpla con las visitas de seguimiento para asegurar un resultado saludable.