Rev. chil. endocrinol. diabetes 2008; 1 (3)    Volver a Índice

 

Editorial

Cincuenta años de la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes.

Hernán García Bruce
Presidente SOCHED
Editorialista invitado

 

Con emoción escribo hoy estas líneas en la celebración del Cincuentenario de la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes. Si bien cincuenta años en la vida de las personas permiten alcanzar la madurez, para las instituciones, y en particular para aquellas de países en desarrollo dedicadas a fines intelectuales, esta edad es sólo un hito en una larga vida, homologable a experimentar recién los inicios puberales de la adolescencia.

La celebración de los 50 años de vida societaria constituye el momento oportuno para dejar testimonio de lo realizado por tantos, que han hecho realidad el sueño de fundar y desarrollar la actual Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes. Es un momento oportuno para mirar con sabiduría la historia y reconocer en ella lo perdurable, que debe conservarse con esmero; al mismo tiempo, es la oportunidad de ver más allá y reconocer los desafíos del mañana.

Según rezan sus estatutos: “La Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes es la continuadora de la primitiva Sociedad Chilena de Endocrinología y Metabolismo que, aunque sin personalidad jurídica, fue fundada el cuatro de junio de mil novecientos cincuenta y ocho, en la ciudad de Santiago, habiendo funcionado ininterrumpidamente desde ese entonces y obtenido su personalidad jurídica por Decreto Supremo No. 451, de fecha 30 de Mayo de 1984”. (Ver estatutos en página 213).

Es importante evocar el contexto histórico y científico en que se dio el acto fundacional. La endocrinología es una de las ciencias biológicas más modernas, cuyos primeros trabajos experimentales fueron realizados por Berthold en 1849; las observaciones clínicas de Addison y el reconocimiento de la secreción interna por Claude Bernard en 1855; la significación precisa de los órganos endocrinos por Brown Sequard en 1869; así como el concepto de hormonas postulado por Starling en 1905. En la primera mitad del siglo 20, la endocrinología experimenta un enorme progreso y se descubren hormonas como epinefrina (Takamine y Aldrich, 1901), tiroxina (Kendall, 1915), insulina (Banting y Best, 1922), somatotropina (Long y Evans, 1921), período considerado como el inicio de la endocrinología moderna. Pocos años después, entre 1928 y 1935, se logró el aislamiento de los andrógenos y estrógenos. Kendall aisló los corticoides en 1934 y sintetizó la cortisona en 1940. La síntesis de la insulina en 1953 por el británico Sanger marca un hito. En 1956, a 2 años de la fundación de nuestra Sociedad, Li describe la estructura de las hormonas adrenocorticotrofa y somatotrofina. En ese período también se aislaron y sintetizaron casi todas las vitaminas conocidas.

Este “auge hormonal” permitió nuevos y eficaces tratamientos y estimuló el reconocimiento de la especialidad y la formación de sus cultores en Europa y Estados Unidos. En la misma época, en Chile, nuestros fundadores inician el desarrollo de la nueva disciplina. La endocrinología nacional como actividad clínica se inicia el año 1937 en el Hospital del Salvador, en el Servicio del profesor Hernán Alessandri R., bajo la dirección del profesor Arturo Atria y con la colaboración del Dr. Luis Vargas Fernández, quién posteriormente fue un brillante investigador básico hasta hace muy poco, en la Pontificia Universidad Católica de Chile. El segundo departamento aparece el año 1946 en el Servicio del profesor Rodolfo Armas Cruz y lo dirige el Dr. Francisco Donoso, con quien se inician también los doctores Alfredo Jadresic, Enrique López y Manuel García de los Ríos, los que en 1954 se trasladan al reconstruído Hospital San Juan de Dios. En esos mismos años, en el Hospital San Francisco de Borja se inicia la endocrinología a cargo del Dr. Rafael Téllez y de la Dra. Paula Peláez. Otros distinguidos pioneros de nuestra Sociedad fueron los doctores Jorge Litvak, Roberto Gómez e Inés Bradford, quienes dan comienzo a la especialidad en el Hospital José Joaquín Aguirre. Luego se agrega a ellos el Dr. Juan Zañartu, quién se inició con Arturo Atria en el Hospital del Salvador. El Dr. Jorge Litvak sería posteriormente el primer secretario de la Sociedad. El Dr. Pablo Atria, hermano de Arturo, fue el iniciador de la disciplina en la Pontificia Universidad Católica de Chile. El año 1955, a instancias de Francisco Donoso y Arturo Atria, se crea el Centro de Estudios Endocrinológicos que daría sustento a la Sociedad Chilena de Endocrinología. Finalmente, en el año 1958, mientras en Europa se firmaban en Roma los tratados constitutivos de la Comunidad Europea, y en el ámbito científico se descubría el sistema antigénico linfocitario del hombre, en Chile se funda la Sociedad Chilena de Endocrinología cuya acta de inicio conservamos. (Ver página 212)

Ha pasado medio siglo desde la tarde del miércoles 4 de junio de 1958, donde nuestros preclaros fundadores se reunieron en el entonces auditorio de la Clínica Santa María. Allí se presentaron los estatutos que regirían a la Sociedad Chilena de Endocrinología, redactados previamente por un comité provisorio constituido por los doctores Arturo Atria, Francisco Donoso, M. Figueroa, Pablo Atria, Rafael Téllez y Jorge Litvak, documento que fue aprobado por la Asamblea en forma unánime con un total de 24 asistentes. En la hora de la fundación, el acta trasunta el ardor y entusiasmo de espíritus todavía adolescentes, toda vez que la edad promedio de ellos no sobrepasaba los 30 años.

En la primera reunión de directorio se nombra presidente honorario de la Sociedad al profesor Alejandro Lipschutz, y como socios honorarios nacionales a los profesores Hernán Alessandri, Rodolfo Armas, Eduardo Cruz Coke y como extranjeros a los doctores Fuller Albright y Bernardo Houssay. Se acuerda invitar a otros endocrinólogos o médicos afines a la especialidad a incorporarse como miembros titulares. Entre ellos aparecen Héctor Croxatto, Luis Vargas Fernández y Francisco Beas, además de otros médicos dedicados a ciencias básicas, como los doctores Günther, Talesnick y De la Lastra.

En Diciembre de ese mismo año, se efectuaron las primeras Jornadas Chilenas de Endocrinología en el Auditorio del Hospital de Viña del Mar.

A fines de 1959 se elige presidente al profesor Francisco Donoso, al que le han seguido hasta hoy 23 presidentes, cada uno de los cuales puso lo mejor de sí para contribuir al crecimiento de nuestra sociedad (Ver página 221).

En 1960, a pesar de la catástrofe sísmica recién ocurrida, se realizan en forma casi heroica las Segundas Jornadas en la siniestrada ciudad de Valdivia con la ayuda y dedicación del organizador local, el Dr. Wilson. Se presentaron 15 trabajos libres y se desarrollaron dos mesas redondas.

En sesión extraordinaria de septiembre de 1961, se recibe como invitado al célebre Dr. Lawson Wilkins, quien conferenció sobre Hiperplasia Suprarrenal Virilizante. Poco tiempo después nos visitaría otro distinguido profesor norteamericano, el Dr. Fuller Albright.

En 1961 también se decide agregar a la denominación de la Sociedad de Endocrinología el nombre “y Metabolismo”, ya que a la sazón se habían agotado las posibilidades de unión con la Sociedad de Diabetes, la que según señala el acta de la época: “si bien lleva una vida lánguida, tiene al parecer razones de carácter económico que le impiden efectuar esta fusión”. En 1961 se aprueba que el vicepresidente en ejercicio sea el presidente al cabo de 2 años y además se entrega por primera vez el premio Ayest a los mejores trabajos presentados en el Congreso, ganados en esa oportunidad por el Dr. Alfredo Jadresic y en segundo lugar por el Dr. Rigoberto Iglesias.

En los años siguientes la Sociedad crece sostenidamente con una segunda generación de brillantes endocrinólogos, que trabajando inicialmente con los pioneros, adquiere luego la necesaria autonomía para liderar servicios de Endocrinología en los principales hospitales de Santiago y en algunos de provincias como Valparaíso, Temuco y Concepción. Deseo recordar con emoción y gratitud a dos de ellos, que nos dejaron prematuramente: los doctores Hugo Pumarino, del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, y Gustavo Pineda, del Hospital del Salvador, ambos ex presidentes de nuestra sociedad.

En la misma época, en el Hospital San Borja Arriarán, nace la sección de Endocrinología pediátrica dirigida por el Dr. Francisco Beas, quien trabajaba en la cátedra del profesor Julio Meneghello

Diabetes, como disciplina, se desarrolló separada de la Endocrinología y se organizó en la Sociedad Chilena de Diabetes, creada también en 1958, paralelamente a la de Endocrinología, y cuyo fundador fue el Dr. Ismael Canessa, pronto seguido por el Dr. Manuel García de los Ríos, más tarde reconocido como maestro de la Diabetología en Chile. Ellos obtuvieron una generosa donación de la Sra. Hellen Lasen para formar un centro de Diabetes en el Hospital San Juan de Dios. En la Pontificia Universidad Católica de Chile iniciaba la atención de pacientes diabéticos el Dr. Antonio Arteaga.

La Sociedad de Diabetes sufre un progresivo decremento, para finalmente disolverse en 1968, momento desde el cual sus miembros optan por ingresar a la Sociedad de Endocrinología y Metabolismo, produciéndose al fin, sin una fecha determinada, la ansiada fusión de ambas sociedades.

Desde esos años de inicio hasta hoy hay innumerables hitos trascendentes en la historia societaria, los cuales quedarán registrados en las memorias de la Sociedad, de próxima aparición. Entre ellos está la obtención de la personalidad jurídica en 1984; la fundación de Endocrinoticias en 1993, que sería reemplazada por la pagina web en 2003; últimamente en 2005, la aprobación de los nuevos estatutos que incluyeron la denominación “Endocrinología y Diabetes”, y en este año del cincuentenario el nacimiento de esta Revista Chilena de Endocrinología y Diabetes.

Deseo expresar mi agradecimiento a los que tanto hicieron en el pasado y a los que hoy dan vida a la SOCHED y mantienen desinteresadamente activa la llama del conocimiento, del análisis crítico y del espíritu creativo que han marcado la exitosa trayectoria de la Sociedad.

Para evaluar la gestión societaria es necesario referirse a los objetivos institucionales, expresados en los estatutos que se publican en este número de la revista. Todos y cada uno de ellos se han cumplido fielmente. Solo por nombrar los logros más recientes está la activa participación de SOCHED en la confección de las Guías Clínicas de Diabetes tipo 1 y 2 para implementación del plan AUGE y en las Guías de Hipotiroidismo, actualmente en confección. Asimismo, la participación en la agencia de acreditación APICE de centros formadores a través de Asocimed y el aumento progresivo de recursos para Becas de la especialidad, actualmente dos cupos por año. Hasta ahora, Soched ha contribuido formalmente a la formación de 15 nuevos endocrinólogos, aproximadamente un 6% de los actuales socios, todos los cuales se han destacado en su desempeño profesional, lo cual nos llena de orgullo, ya que no es un logro menor. Pendiente queda la tarea de estimular la orientación de los becarios hacia aquellas provincias carentes de médicos endocrinólogos. Asimismo, también pendiente se encuentra el apoyo financiero para acreditar un programa de formación preferencial en Diabetes, actualmente en estudio, en los hospitales Clínico de la Universidad de Chile y San Juan de Dios, y podrán venir otros, además del programa existente de Nutrición y Diabetes en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La Sociedad ha integrado, junto a Sociedades científicas afines (Nutrición Clínica, Cardiología, Pediatría) un grupo de trabajo en Obesidad para apoyar las medidas gubernamentales y legislativas para combatir el alarmante incremento de esta patología en nuestro país.

De acuerdo con el espíritu de los nuevos estatutos, hemos mejorado la representatividad de los socios en el directorio, convocando a grupos que desarrollan su actividad en Clínicas o Universidades privadas. Así también, se ha aumentado la representación de las provincias.

Se ha consolidado la página web y este año hizo su exitoso debut la Revista Chilena de Endocrinología y Diabetes, cumpliendo una vieja aspiración. Una Sociedad que cumple 50 años, no podía postergar más la oportunidad de contar con un medio escrito de difusión.

En el curso de estos cincuenta años, la Sociedad ha seguido un camino de constante renovación sobre las bases sólidas del pasado. De una treintena de socios en 1958, en 1962 se llegó a 35, en 1982 éramos 102 y tuvieron que pasar otros 25 años para llegar hoy a 240 miembros.

Tenemos conciencia que existen importantes áreas a desarrollar. Ha llegado la hora de dar un salto desde una organización “amateur” a una que profesionalice su funcionamiento. Un primer paso en este sentido ha sido realizar una auditoría externa por una empresa consultora de prestigio que concluyó que SOCHED exhibe una posición financiera sana y sólida, con alta capitalización y bajo endeudamiento, situación ventajosa para enfrentar una reestructuración organizacional que permita crecer y mejorar sustancialmente su desempeño futuro. Sin embargo, actualmente carecemos de una estrategia definida de control en la gestión de sus recursos, que permita manejarse con criterios modernos de eficiencia. Creemos que la evaluación profesional y creativa es uno de los mejores activos de cualquier organización.

En relación con el crecimiento experimentado, cabe pensar, como sucede con otras sociedades afines mas desarrolladas, en la creación de unidades o departamentos insertos dentro de la propia Sociedad, para desincentivar el éxodo de subespecialistas que tienden a formar sociedades independientes como Climaterio, Osteología y Gineco-Endocrinología. En el futuro inmediato deberemos acoger a estos grupos dentro de SOCHED, como recientemente ha sucedido en el área de tiroides, lo que ha tenido una excelente convocatoria. Asimismo, en el futuro podrán originarse otros grupos de trabajo en áreas como Hipófisis, Gónadas y ambigüedad sexual, Suprarrenales y Andrógenos, Endocrinología Pediátrica, SOP, Síndrome Metabólico y Prevención de daño endotelial, entre otras. Estamos preparados para recibirlos.

Con este mismo objetivo, hemos cambiado legalmente el nombre societario a Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes, de manera de integrar cabalmente a nuestros socios diabetólogos.

Desde 1983 la Sociedad se preocupa de la acreditación de la especialidad en Endocrinología de Adultos, Endocrinología Infantil y Diabetología, todas las cuales hoy son reconocidas como especialidades por CONACEM.

Existe una notoria asimetría entre la formación endocrinológica del adulto y la infantil, actualmente de 6:1, inconsecuente con la realidad y necesidad laboral. Asimismo, al ser muy pocos los centros formadores acreditados, existe gran escasez de profesionales en provincias, de modo que muchas ciudades grandes no cuentan con endocrinólogos ni diabetólogos. Es misión de la Sociedad propender a corregir esta distorsión, fomentando las becas con destino acordado para provincias falentes, así como mantener cursos de educación a distancia, como los que han sido organizados por el actual directorio desde Arica a Punta Arenas, en temas de Diabetes y Tiroides.

Una tarea del futuro inmediato será cooperar en la recertificación de especialistas, en términos que SOCHED deberá ofrecer contenidos del currículo necesario para la formación continua que será exigida por Conacem.

Otro antiguo anhelo, expresado por diferentes directorios, es que la Sociedad sea una instancia catalizadora para lograr unificar la educación endocrinológica de pregrado en el país. Lo mismo sería deseable para la formación de postgrado.

Como éstas hay muchas tareas que deberemos asumir con entusiasmo, pero sin dejar de lado nuestras fortalezas. SOCHED posee algo muy especial, que es la sensación de acogida y el ambiente de respeto, humor y camaradería propios de una familia sana, característica que nunca debemos perder. Cabe también resaltar en esta historia de 50 años nuestra indesmentida independencia intelectual, política y religiosa, requisito indispensable para mantener la cohesión del grupo como órgano activo y afiatado. Si bien nuestra organización posee esta diversidad cultural, al mismo tiempo está unificada por un objetivo primordial como es velar por la óptima atención de nuestros pacientes.

Actualmente, cuando la Medicina experimenta cambios trascendentes se requiere del aporte conceptual de las Sociedades Científicas. Las diversas propuestas de desarrollo en materia de salud ameritan nutrirse de contribuciones rigurosas de organizacione como SOCHED. Es necesario una revisión profunda de los cambios acaecidos en el último tiempo sobre los roles que está asumiendo el sector privado, el Estado y los propios pacientes en relación a enfermedades, que además cambian epidemiologicamente. Declaramos querer situarnos en una posición de influencia ante los organismos que toman las decisiones en materia de salud. Asimismo, por la situación positiva de nuestro país en lo económico y académico creemos es obligación jugar un rol protagónico en Latinoamérica y abrir nuevos vínculos con centros internacionales más lejanos de Europa, Australia y Norteamérica.

Es necesario crear puentes de comunicación fluida entre la reflexión crítica y la toma de decisiones. Para ello necesitamos una estructura que estimule propuestas creativas, innovadoras y con emprendimiento.

El proyecto de repensar la Sociedad de Endocrinología y Diabetes de acuerdo a los nuevos escenarios se hace atractivo y deberá ser permanente.

Estamos celebrando 50 años de una Sociedad que entre todos hacemos grande y por la que trabajamos con gusto, porque la sentimos útil y esencial. A pesar del tiempo transcurrido, es una Sociedad joven y vigorosa; esperamos seguir siendo partícipes de sus mejores años, fieles al legado de los fundadores.

Los que han tenido el honor de dirigir a la Sociedad, lo han hecho con espíritu de servicio y con la responsabilidad de cultivar un tesoro y fortalecer un sueño que desde hace 50 años es realidad.Sólo cabe proseguir con renovados bríos el camino ya recorrido.

Nos incumbe a todos como SOCHED hacer coincidir esta comunidad de intereses con el desarrollo de la especialidad en el país, de modo que los beneficios sean en último término para los pacientes de Chile, los que tienen síntomas y los que aun no los presentan.

Como nunca antes en su historia institucional la Sociedad se encuentra en una coyuntura favorable en cuanto a la oportunidad de crecimiento, de maduración con proyecciones insospechadas. Es posible pensar y trabajar por un proyecto grande y audaz. La tierra está propicia, es la hora de laborar con espíritu innovador, es decir, con ardor, creatividad y confianza.

Estoy seguro que juntos sabremos convertir este relato inacabado de aventura humana en un camino siempre renovado que propenda al florecimiento científico, social y humano de nuestra sociedad.