Rev. chil. endocrinol. diabetes 2021; 14 (3)    Volver a Índice

 

Artículo de Revisión

Obesidad como factor de riesgo para infección por COVID-19. Obesidad y COVID-19

Joséfa Pedraza Arancibia1, Ágnes de Oliveira Costa1, Ramón Díaz Jara.2*

 

Obesity as a risk factor for COVID-19 infection

  1. Alumna Medicina. Universidad Pedro de Valdivia. La Serena, Chile.
  2. Cirujano. Servicio de Cirugía. Hospital San Pablo de Coquimbo. Universidad Católica del Norte. Coquimbo, Chile.

 

*Correspondencia:
Ramón Díaz Jara / rdiazjara@gmail.com Dirección: Avenida Videla SN. Coquimbo. Chile.

 

Este trabajo no fue financiado.

 

Recibido: 11-03-2021
Aceptado: 05-05-2021.

Resumen: La obesidad es una enfermedad que se ha visto relacionada con la pandemia del nuevo coronavirus, sugiriendo que los obesos tienen mayor riesgo a padecer COVID-19 grave y sus complicaciones, cobrando mayor relevancia en Chile, país con tasas elevadas de obesidad. Se revisan mecanismos fisiopatológicos involucrados, efecto de las comorbilidades, posibilidad de atención médica y resultados de una eventual vacunación, corroborando un peor pronóstico para este grupo de pacientes. Se destaca la necesidad de datos antropométricos específicos, además del índice de masa corporal (IMC) para establecer una relación más relevante. La paradoja de la obesidad, de igual manera, carece de evidencias para asociarse al COVID-19.

Palabras clave: COVID-19; Obesidad; Paradoja de la obesidad.

 

Abstract: Obesity is a disease that has been related to the new coronavirus pandemic, suggesting that obese people have a greater risk of suffering from severe COVID-19 and its complications, becoming more relevant in Chile, a country with high rates of obesity. The pathophysiological mechanisms involved, effect of comorbidities, medical care atention and potential vaccination, outcomes are reviewed, showing a worse prognosis for this group of patients. The need for specific anthropometric data is highlighted, in addition to the body mass index (BMI) to establish a more relevant relationship. Likewise, the obesity paradox, lacks of evidence to be associated with COVID-19.

Keywords: COVID-19; Obesity; Obesity paradox.

Introducción

En la actualidad, el mundo está enfrentando una emergente pandemia causada por un nuevo coronavirus, el cual tiene diferentes denominaciones, entre ellas: 2019- nCoV y SARS-CoV-2, que origina la enfermedad llamada COVID-191.

Los coronavirus son virus envueltos de ARN de sentido positivo, no segmentados, pertenecientes a la familia Coronaviridae2. Específicamente, el SARS-CoV-2 es transmitido por gotitas y se distribuye de manera amplia en humanos mediante portadores asintomáticos o sintomáticos con un rango de afectación extremo, desde casos leves a la muerte1. La enfermedad causada por este virus presenta una rápida transmisión, progresividad y una tasa de letalidad de 6,3% a nivel mundial al día 13 de abril del presente año3.

El SARS-CoV 2, a pesar de presentar características semejantes al síndrome Respiratorio Agudo grave por coronavirus (SARS-CoV-1) y al síndrome Respiratorio del Oriente Medio por coronavirus (MERS CoV), ha demostrado mayores consecuencias en la salud pública en todos sus aspectos4, asimismo ha repercutido en el bienestar social y la economía global5. Es debido a la reciente aparición y escasa información, que las condiciones médicas subyacentes de cada individuo han sido tema de discusión para la comunidad científica, profesionales tratantes y también para los pacientes en general, contribuyendo a una emergencia de salud pública mundial.

Entre los distintos factores que se asocian a un mayor riesgo de gravedad y mortalidad por COVID-19, se encuentra la obesidad, es decir, personas con un índice de masa corporal (IMC) igual o mayor a 30 kg/m2(6). Siendo esta población considerada un grupo de mayor susceptibilidad a las complicaciones del COVID-19, cobrando relevancia la prevención de contagio de dichos pacientes, respetando las medidas públicas, tales como evitar salir de la casa y contacto innecesario con otras personas, lo que de forma contraproducente podría favorecer el desarrollo de obesidad en la población general5, tomando en cuenta que en nuestro país un 86,7% de la población es sedentaria7.

Los obesos tienen mayor probabilidad de sufrir neumonía, una de las manifestaciones graves de COVID-198, sin embargo, se sabe que la obesidad puede ser un factor protector en relación a una mortalidad precoz cuando se trata de una enfermedad crítica, eso debido a mayores reservas nutricionales, mayor exigencia de cuidados, pre acondicionamiento y niveles altos de citoquinas antiinflamatorias9, fenómeno conocido como paradoja de la obesidad.

Es importante considerar que las personas que padecen obesidad, son pacientes que pueden verse seriamente desfavorecidos con respecto a la atención médica en comparación a pacientes con peso normal y sobrepeso, ya que el acceso a recursos, maquinarias de diagnóstico y tratamiento pueden verse limitados10, tales como implementos que permitan la adecuada acomodación del paciente para una toma de imagen o la misma ventilación mecánica invasiva11,12. En este sentido, la pandemia puede dejar entrever el fracaso de parte de los sistemas de salud y la atención médica para resolver y satisfacer las necesidades de la población que sufre de obesidad.

El objetivo de esta revisión narrativa es dar a conocer el nexo entre COVID-19 y la población obesa, y el por qué ésta última patología es considerada un factor de riesgo relevante para un peor pronóstico de la enfermedad producida por este nuevo virus, además analizar la trascendencia de la paradoja de la obesidad en este caso, considerando que tanto el sobrepeso como la obesidad son entidades con alta prevalencia en Chile y el mundo.

Epidemiología: Obesidad en Chile y el COVID-19

La obesidad ha aumentado de manera importante, y Chile por su parte se encuentra dentro del “top ten” a nivel mundial, específicamente en el décimo lugar considerando solamente la población adulta13,14. En nuestro país, el sobrepeso y la obesidad afecta a tres de cada cuatro personas mayores de 18 años (74,2%), según la Encuesta Nacional de Salud 2016-201713,7.

Si extrapolamos estos datos al contexto actual de pandemia, en Chile la obesidad es la cuarta enfermedad crónica más frecuente en pacientes hospitalizados y no hospitalizados por COVID-19, presentando más ingresos a Unidad de cuidados intensivos (UCI) y una alta tasa de mortalidad15. (Figuras 1 y 2.)

Si tomamos en cuenta la experiencia de otros países con la pandemia, se puede teorizar que la obesidad juega un rol en el número de muertes. La distinta mortalidad que se ha visto entre China e Italia, podría explicarse a la diferente prevalencia de la obesidad en ambos países16. Sin embargo, debemos tener presente que Italia tiene el porcentaje más bajo de población con sobrepeso y el segundo porcentaje más bajo de obesidad en la Unión Europea - 28 (UE-28)17.


Figura 1: Proporción estimada de pacientes hospitalizados por Covid-19 y las principales comorbilidades.

Figura 2: Proporción estimada de pacientes no hospitalizados por Covid-19 y las principales comorbilidades.
Fuente: Gráficos adaptados a partir de datos de “Proporción de casos por COVID-19 notificados (confirmados y probables) con antecedentes de hospitalización y no según presencia de comorbilidades.” Chile, al 13 de septiembre de 2020 del 51º Informe epidemiológico Enfermedad por COVID-19. Departamento de epidemiología Chile..

Figura 3:“Tormenta de citocinas” desarrollada en infección por COVID-19. Presencia de SARS-CoV-2 en el organismo, el cual induce a una respuesta inmune desenfrenada y generalizada. Linfocitos T, macrófagos y células dendríticas secretan constantemente citocinas y quimiocinas, induciendo a la “tormenta de citocinas”.

Obesidad y COVID-19

El estado proinflamatorio que los pacientes obesos presentan, predispone a diferentes alteraciones en su estado metabólico. Una de ellas es la disfunción secretora de adipoquinas, aumentando la secreción de leptina y disminución de la adiponectina (roles inmunomoduladores y antiinflamatorios respectivamente)18,19, las cuales son consideradas verdaderos factores endocrinos secretados por el tejido adiposo, cuya alteración puede afectar el funcionamiento de los órganos diana (corazón, riñón, vasos sanguíneos) y el metabolismo sistémico. Dentro de estas alteraciones, se encuentran el aumento de riesgo de enfermedad vascular y aterosclerosis por inflamación del tejido adiposo perivascular que rodea las arterias y arteriolas20. Dislipidemias, hipertensión, apnea del sueño, resistencia a la insulina, inflamación, y algunos tipos de cáncer, también se pueden presentar ante dicha disfunción21.

Las células inmunes del tejido adiposo tienen capacidad de secretar factores relacionados con la inflamación, lo que es determinante en el paso de un perfil antiinflamatorio a inflamatorio22, como es el caso de la desregulación y mayor liberación de interleucina 6 (IL-6). El tejido adiposo al presentar altos niveles de esta citocina y su receptor, IL-6R, propicia la activación de la misma y de la cascada de señalización de la infección viral, convirtiéndose en un reservorio importante para diversas entidades infecciosas, entre ellas SARSCoV- 223. A partir de esto, se puede relacionar el aumento de riesgo de padecer COVID-19 grave en pacientes obesos desencadenando la llamada “tormenta de citocinas”, que se entiende como una desenfrenada respuesta inmune generalizada con participación de linfocitos T, macrófagos y células dendríticas, las cuales provocan una sostenida secreción de citocinas y quimiocinas24,25 (Figura 3). Ante esta situación, un reciente estudio de la Cleveland Clinic, plantea el efecto protector de la cirugía metabólica en pacientes obesos infectados por SARS-CoV-2, postulando que los pacientes sometidos a cirugía previa a padecer COVID-19, presentan menores tasas de hospitalización y un mejor pronóstico al contraer la enfermedad. La baja de peso y la disminución del estado proinflamatorio sería la causa de este mejor pronóstico en estos pacientes26.

Además, cabe destacar que esta afectación inmunitaria producida por la obesidad es centro de atención para los investigadores por la asociación entre ella y una respuesta inmune deficiente a la vacunación por parte de estos pacientes27. Esto se ha visto anteriormente en la infección por el virus de la influenza A pandémica (pH1N1), donde se evidenció un defecto en las células TCD4+ y TCD8+, expresado posterior a la vacunación28.

La enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) es expresada en varios sistemas del organismo y tiene importantes funciones fisiológicas29. En el caso de COVID-19 cumple un rol fundamental en la patogenia porque actúa como receptor de la proteína S (spike) del virus17. La ECA2 se encuentra ampliamente distribuida en el tejido adiposo, incrementando el riesgo de COVID-19 grave en los pacientes obesos30, lo que ya se ha visto anteriormente con otros tipos de coronavirus31. La vitamina D es una vitamina liposoluble que generalmente es insuficiente o deficiente en los obesos, pero no está claro si es una asociación de causa o efecto32. Dentro de sus funciones, se destacan el factor protector respecto al daño pulmonar, la reducción de la replicación viral y la atenuación de la tormenta de citocinas33. Cuando existe un déficit de esta vitamina en el tejido adiposo, principal órgano de almacenamiento y liberación, se obtiene un aumento de marcadores de estrés proinflamatorios y oxidativos34, lo que puede explicar el mayor riesgo para los obesos con COVID-19.

Directamente al ámbito respiratorio, la obesidad se asocia a una disminución del volumen de reserva espiratorio, de la capacidad funcional, de la distensibilidad pulmonar e incluso impacta disminuyendo la funcionalidad del diafragma35, influyendo en un peor pronóstico y mayor mortalidad, ya evidenciado en el desarrollo de la influenza pandémica H1N1 en obesos16. Sin embargo, en el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), a pesar de tener fisiopatología similar a la neumonía por COVID-19, se halló que la obesidad era un factor protector (paradoja de la obesidad)36.

Si revisamos las cifras de Chile, un 3,2% de la población tiene diabetes y de estos, en un 39,8% y 31,2% coexiste con sobrepeso y obesidad respectivamente7. Al relacionar dichos datos, se apunta que las principales comorbilidades en el contexto de COVID-19 grave son diabetes y enfermedades cardiovasculares37. Un estudio en Wuhan, con 112 pacientes que sufrían enfermedad cardiovascular y neumonía por COVID-19, mostró que la tasa de letalidad fue de 15,18% (17/112), donde el IMC > 25kg/m2 representó el 88,24% (15/17) de las muertes, sumado a enfermedad coronaria e hipertensión38. Por contra parte, un estudio en Italia que analizó 242 pacientes, concluyó que tanto el sobrepeso como la obesidad no se asocian de manera directa a una mayor mortalidad en pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos (UCI), y que sólo la obesidad severa se relaciona a mayor riesgo de mortalidad en pacientes con ventilación invasiva39.

El dímero D elevado y la tormenta de citocinas son los principales indicadores de coagulopatía en pacientes con COVID-19 grave, siendo recomendado el monitoreo diario y terapia anticoagulante en estos casos4. Autores estadounidenses encontraron que dicha relación no se debe a la actividad viral en sí, pero si a la gravedad de la enfermedad y a la tromboinflamación resultante40. Importante mencionar que los obesos per se tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedad tromboembólica41, lo que podría generar un ambiente sinérgico.

Korakas y colaboradores indicaron que los pacientes con un IMC mayor a 25 kg/m2 tienen altos índices de hospitalización y de ventilación mecánica42. Además, los obesos presentan complicaciones desde el punto de vista práctico, respecto a la movilización, intubación y posicionamiento43. En relación a este último, no se ha visto que los pacientes obesos tengan beneficios en su mecánica respiratoria al estar en decúbito prono44.

Paradoja de la obesidad La paradoja de la obesidad es considerada un hallazgo epidemiológico en la población obesa45, que se enfoca como un posible factor protector en este grupo de pacientes ante diversas patologías o estados críticos de salud, como pueden ser las enfermedades cardiovasculares y respiratorias46,47, es decir, a mayor obesidad, menor mortalidad48.

Una posible explicación a esta paradoja es el preacondicionamiento inflamatorio basal de estos individuos, lo que prepara la homeostasis frente a agresiones49. Se han propuesto varios mecanismos como responsables del desarrollo del preacondicionamiento, incluido un aumento de TNFα junto con otras citoquinas, y también de hemo oxigenasa-1 (HO-1)50.

De igual manera, en los obesos, la leptina se encuentra aumentada en el plasma y líquido broncoalveolar, ejerciendo un efecto protector ante posibles noxas a nivel pulmonar, disminuyendo la inflamación y/o estrés oxidativo con un potencial inmunomodulador50.

Conclusión

La obesidad y otras enfermedades son consideradas un factor de mayor riesgo para desarrollar COVID-19 grave. Tanto los mecanismos fisiopatológicos descritos anteriormente, como el mayor riesgo de hospitalización y necesidad de ventilación mecánica, son datos que apoyan esta tendencia. Del mismo modo, la presencia de comorbilidades típicamente asociadas a la obesidad aumenta aún más el riesgo de padecer infección grave.

Chile es un país con altas tasas de obesidad que requiere atención especial respecto a la gravedad y complicaciones del nuevo coronavirus, destacando la necesidad de datos locales y reforzando la importancia de tomar medidas antropométricas de los pacientes contagiados para que las investigaciones puedan corroborar los hallazgos.

La paradoja de la obesidad es un fenómeno que se ha vinculado a otras enfermedades, sin embargo su nexo con el COVID-19 es un tema pendiente, puesto que en los obesos existe un aumento de mortalidad, presentan mayores complicaciones, insuficiencias de múltiples órganos y peores resultados en general. Faltan estudios específicos y datos que tomen en cuenta factores fundamentales para poder comprobar su impacto frente a la pandemia del COVID-19, dentro de los cuales se encuentran el porcentaje de grasa corporal, la distribución de la adiposidad y alteraciones hormonales y psicológicas, ya que la paradoja toma en cuenta solamente el IMC, lo cual no define por sí solo el estado nutricional y funcional de un paciente, generando dudas y distintas opiniones de expertos respecto a dicha relación.

La vacuna para este virus parece ser algo cercano, sin embargo, se precisa indagar y considerar el efecto de la obesidad sobre la función inmunológica para que sea eficaz en esta población.

Por último, es necesario saber en estudios futuros, cómo los distintos tratamientos para la obesidad, entre ellos la cirugía metabólica, repercute en el pronóstico de los pacientes tratados con estos procedimientos.

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