Rev. chil. endocrinol. diabetes 2013; 6 (4)   Volver a Indice

 

Ética Humanismo y Sociedad

¿Cómo lo vas a celebrar?

Dr. José Carlos Bermejo

How did you celebrate?

Religioso Camilo. Director del Centro de Humanización de la Salud. Tres Cantos, Madrid España.

Esta es una pregunta que el coaching dialógico que estoy estudiando propone entre la batería de preguntas apropiadas para acompañar a una persona a desarrollar al máximo sus potencialidades y alcanzar sus retos personales con la ayuda de un coach: ¿cómo lo vas a celebrar? ¿Será que si no se programa la celebración, el reto atrae con menos intensidad? ¿Será que si no se celebra, no se ha terminado el círculo de un proceso de trabajo de desarrollo personal? En las diferentes formas de relación de ayuda, la dimensión celebrativa ha de ocupar su lugar.

Pero, ¿qué es celebrar?
Cuando se habla de celebración tendemos a imaginar fiestas alegres, movidas, en las que se olvidan por un momento las dificultades de la vida metiéndonos en una atmósfera de música, baile, bebidas y conversaciones agradables.

Sin embargo, celebrar es mucho más que esto. La celebración, como escribía Henri Nouwen, es posible sólo donde amor y temor, alegría y dolor, sonrisas y lágrimas, puedan coexistir. Celebración es aceptación de la vida en la conciencia cada vez más clara de su preciosidad, y la vida es preciosa, valiosa, no solo porque se puede ver, tocar y gustar, sino también porque un día ya no la tendremos.

En la celebración confluyen de modo armónico las tres dimensiones del tiempo: el pasado que se recapitula, que se recuerda, que se hace vivo en el presente y el futuro al que se proyecta y que se espera. Esta estructura consciente de la historicidad supone vivir sanamente lo celebrado, positivo o negativo que sea y, por lo tanto, invita a acompañar a quien se encuentra envuelto por tales misterios.

Así, el conocido poeta Rilke, no intentando sustraerse a la amenaza de lo terrible, sino afirmándolo y traduciéndolo, escribe:
“Di, oh poeta, ¿qué haces tú? -Yo celebro.
Pero lo mortífero y lo prodigioso,
¿cómo lo resistes, cómo lo soportas? -Yo celebro.
Pero lo sin nombre, lo anónimo,
¿cómo lo llamas, oh poeta, no obstante? -Yo celebro...
¿Y por qué la quietud y la impetuosidad
como la estrella y la tormenta te conocen? -Porque yo celebro”.

Ayudar a celebrar
No creo que estemos en crisis de celebraciones. Hace poco, en un país de Centroamérica, me contaban como cuando llegan las remesas de dólares de los emigrantes que trabajan y mantienen así la familia, nada más recibirlo, muchas personas van a celebrarlo al restaurante, con la paradoja también de gastar, con cierta frecuencia, la mitad de lo recibido, para vivir después en la precariedad y olvidando quizás cuánto ha costado en el país lejano, ganar ese dinero.
No faltan tendencias, pues, que invitan hoy a celebrarlo todo, incluso desproporcionadamente en cuanto a recursos y formas. Recuerdo también el cartel de un restaurante donde se anunciaba: “se celebran separaciones y divorcios”.
¿Será que todo hay que celebrarlo? ¿Podrá estar inflacionada la celebración? ¿O sólo algunas, mientras que otras han caído en el desuso? Escuchaba también recientemente una buena conferencia sobre el perdón desde el punto de vista psico-espiritual. La conferenciante afirmaba: “Lo que no se celebra, se desvanece”. Sí, se refería al perdón, aunque no alcance la categoría de reconciliación o la naturaleza de celebración religiosa.

Creo que hemos de acompañar en el sufrimiento a celebrar sanamente. Y acompañar en el éxito a que las celebraciones no sean tan superficiales que se conviertan en embrión de sufrimientos posteriores.

La sana celebración tiene mucho que ver con el mundo simbólico. Esta palabra proviene de la tradición en la que se utilizaba una tablilla de recuerdo que el anfitrión regalaba a su huésped como signo de hospitalidad y que rompía en dos. Conservaba una mitad y regalaba la otra al huésped para que, si al cabo de un tiempo volvía a la casa un descendiente pudieran reconocerse juntando las dos partes. Etimológicamente, pues, symbollum viene de sym y ballein, donde el prefijo sym significa con y ballein es un verbo que significa arrojar. El symbollum tiene un significado de reunir, algo que pone en conexión o comunica dos partes para (com) partir.

En las relaciones de ayuda, un objetivo importante consiste en acompañar a unir lo separado, a simbolizar lo que no puede ser expresado siempre con palabras, a condensar significados profundos en partes que se juntan. En este sentido, los ritos hacen un particular uso de los símbolos porque ayudan a conectar mundos interiores, relaciones entre personas, significados que el corazón comprende con su razón mejor que la razón intelectiva. Así, ¿cómo lo vas a celebrar? Parece una pregunta adecuada para momentos significativos de la vida de las personas.

¿Celebrar la dimensión negativa?
Pero, ¿también la dimensión negativa se celebra? La experiencia nos dice, por ejemplo, que la dimensión simbólico-celebrativa es de particular importancia al final de la vida. La tradición ha sido sabia a la hora de ritualizar el acompañamiento a los enfermos avanzados y al final de la vida y a los que viven el duelo, si bien hoy es frecuente la pérdida de los ritos y la no sustitución por otros elementos cargados de contenido válido para acompañar a vivir sanamente en medio de las dificultades.

Sí, podemos hablar incluso de celebrar la muerte. Quizás esto significa aceptarla como un misterio que nos llama a vivir en comunión, que afecta a diferentes partes de la sociedad que se pueden unir simbólicamente en torno al misterio. Sería, pues, algo así como concelebrar el misterio de la vida que llega a su fin y que está invadida por el amor.

En relación al duelo, Louis-Vincent Thomas dice: “El hombre se define como un animal que practica ritos funerarios”, porque el rito existe para dar sentido a lo que nos sucede, sentido tanto a nuestra propia muerte como a la muerte del otro. El rito es lo proprio del ser humano. Su ausencia es una ausencia de humanidad.

Y el rito, por muy creativo que quiera ser, habría que pensarlo más personalizado que innovador. Porque el ritual, por definición, determina minuciosamente el tiempo, lugar, personas, actuaciones, palabras, gestos, objetos con los que rodear una experiencia importante que la persona vive comunitariamente. El rito es una celebración que se repite de la misma forma, siguiendo unas normas más o menos rígidas.

Doménico Cieri escribía: “Advertir la vida mientras se vive, alcanzar a vislumbrar su implacable grandeza, disfrutar del tiempo y de las personas que lo habitan, celebrar la vida y el sueño de vivir, ése es su arte”.