El día 5 de julio de 2022 se publicó en el diario oficial la modificación al decreto supremo 977 de 1996 del Ministerio de Salud en el Reglamento Sanitario de los Alimentos que indica que toda leche (líquida y en polvo), junto a la harina para elaboración del pan, se enriquecerá con vitamina D.
Tal como fue descrito por la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017 en mayores de 15 años, mujeres en edad reproductiva y personas mayores, la suficiencia o niveles adecuados de vitamina D sólo alcanzó al 13%. Otros resultados publicados en los años 2020 y 2021 (aún sin considerar la pandemia), mostraron por una parte datos alarmantes de déficit cercanos al 80% en población de 4 a 14 años de edad y confirmaron este déficit creciente en personas mayores, donde la insuficiencia fue del 88%, resultados muy consistentes con lo descrito en la ENS.
Las causas que explican este déficit pueden ser variadas y entre las más importantes están la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población chilena. Recordemos que la vitamina D es una vitamina liposoluble y su efecto puede diluirse en la medida que hay más tejido adiposo. Otro aspecto a considerar, es la baja exposición al sol que tienen las personas (situación de particular importancia en el sur de nuestro país) y al uso de bloqueadores solares, lo cual impide la producción endógena de esta vitamina y finalmente, la restringida matriz alimentaria que contiene vitamina D y que también se asocia a alimentos más caros como los pescados grasos (salmón y atún). Todos estos factores han ido condicionando a nuestra población a un mayor déficit. Frente a este escenario, las autoridades han reaccionado y es a través de estas medidas de fortificación masiva, como se pretende afrontar estas deficiencias. Sirve como antecedente que la experiencia externa en países desarrollados que enfrentaron déficits similares ha sido tremendamente exitosa.
Es en este sentido que una medida global como la fortificación de alimentos mejoraría sustancialmente este creciente déficit. Se ha estimado que la ingesta diaria media de vitamina D bordea las 100 UI en la mayoría de los países donde no existen productos fortificados. En USA y Canadá este valor es de 240 UI. En Finlandia se ha realizado la mayor política pública de fortificación de productos con vitamina D, la cual amplió el rango de productos fortificados además de la leche a las margarinas, jugos de frutas y cereales. Los resultados de esta fortificación aplicada desde el año 2003 y reformulada en el año 2011, ha generado que la población mejore su estatus de vitamina D desde 19 ng/ml promedio a 26 ng/ml, con resultados sorprendentes respecto a mejoría en prevalencia de enfermedades crónicas y reducción de la mortalidad.
Esta indicación de fortificación de vitamina D llega en el momento preciso, sobretodo para nuestro país donde el déficit de este micronutriente ha sido creciente y muy posiblemente se haya incrementado aún más en período de pandemia.