Referencia “Patient Guide to the Management of Maternal Hypothyroidism Before, During and After Pregnancy” (2007) de la Hormone Foundation (www.hormone.org), la filial de enseñanza pública de la Endocrine Society de Estados Unidos.
El embarazo de por sí produce cambios sustantivos en los niveles de las hormonas tiroideas en la mujer normal. El embarazo influye en el funcionamiento tiroideo, y a su vez, el funcionamiento tiroideo repercute en el curso y futuro del embarazo y el desarrollo del feto. Lo anterior hace necesario aclarar algunas consideraciones sobre el cuidado que la futura madre debe tener al respecto. Por último, es importante saber que aproximadamente el 7% de las madres presenta alteración de su función tiroidea pasado un año desde el parto. Esta guía se refiere a la condición de hipotiroidismo, es decir el estado en que el tiroides produce menos hormonas tiroideas que las que el organismo requiere. Durante el primer trimestre del embarazo, las hormonas tiroideas provenientes de la madre son las que suplen las necesidades del feto. Así, si la madre tiene una baja producción de hormonas tiroideas, el niño en gestación puede estar en condición de hipotiroidismo, lo cual ocurre en el tiempo crítico para el desarrollo de su cerebro produciendo un efecto negativo sobre su capacidad mental. También el estado de hipotiroidismo se asocia a mayor frecuencia de aborto o también de parto prematuro, cuando este sucede tres o más semanas antes de la fecha de término. Esta guía resume, en un vocabulario no técnico, los principales puntos que contiene la guía elaborada por especialistas de gran experiencia en el tema.
¿Qué madre o futura madre está en riesgo de tener hipotiroidismo durante el embarazo?
¿Cuáles son las condiciones que generan más riesgo de hipotiroidismo, y que por lo tanto hacen necesario que sean evaluadas?
En cualquiera de las circunstancias anteriores debe sacarse una muestra de sangre para medir TSH y tiroxina con el ánimo de mantener los niveles normales propios del embarazo, que no son los mismos que los de la mujer no embarazada. Como el embarazo produce aumento de la demanda de hormona tiroidea, si la madre ya venía tomando tiroxina desde antes de embarazarse, la dosis debe ser ajustada a estos mayores requerimientos, que pueden ser del orden de 30 a 50% en las primeras 4 a 8 semanas del embarazo. Al contrario, después del parto la dosis deberá ser disminuida. Durante la lactancia es necesario que la ingesta de yodo no sea inferior a 250 ug en 24 horas.